20 feb 2013

Minirelato: Ecos de sangre en el tiempo



La redención nunca fue un camino sencillo. Las decisiones erróneas pueden llegar a golpearte cada día con una fiereza difícil de aguantar y asumir. Puedo intentar olvidar mis actos y empezar una nueva vida alejada incluso de mis pensamientos. No será difícil cambiar mi nombre, mi rostro, mi vida. En la teoría todo era sencillo, cambio y olvido. No resulto tan fácil.

La locura empezó a invadirme, esas voces no eran mi conciencia, eran los ecos de las vidas que sesgue. Cambie la forma de mi vida, pero el fondo no solo no cambiaba, sino que me atormentaba cada día más. Cuando se toma el camino oscuro, el dinero fácil, la diversión más grotesca, nadie te avisa de los efectos secundarios. Es tarde para arrepentirse de todo el dolor causado, de todas las personas a las que no conocía pero no dude en arrebatarles su último aliento de vida. No era mi guerra, pero me convertí en su ejecutor.

Hoy es mi cumpleaños, 15 de enero de 2112, 38 años. Solo me acompaña una botella de whisky, la soledad y los recuerdos de sangre. Han pasado 20 años de mi primer trabajo y diez desde que me aleje de las balas innecesarias. Hoy he decidido que volveré a trabajar, solo una vez más, solo una víctima más. En esta ocasión ese pobre diablo se lo merece, ya no escucharé más ecos de dolor, el objetivo soy yo.

Miró mi rostro en el espejo, no quiero reconocer la clase de hombre que fui, que soy. Sacó una pequeña caja escondida en la baldosa del baño, mi pistola descanso diez años, pero hoy se jubilará para siempre.

Lo fácil sería acercarme el revólver a la sien, apretar el gatillo y ser un número menos en la Tierra, pero ese no es mi plan. Por suerte sigo teniendo otra de mis armas del pasado. Mis antiguos jefes no escatimaban recursos en su maquinaria de guerra. En un simple reloj esta escondida la mayor máquina asesina del último siglo, un transmutador temporal que me llevará a cualquier lugar, al tiempo que yo elija, al pasado que pretenda cambiar.

Giro las ruedas del reloj, la fecha es hoy, pero 20 años hacia el pasado. Vuelvo a mirar el espejo, estoy pálido y sudado, suspiro, recargo mi arma, ya no escucho esas voces, es la hora de mi redención. El viaje ha terminado, me encuentro conmigo mismo. Mi yo del pasado se sorprende, se queda paralizado, algo en mi interior me dice que esperaba este momento.

- No tenemos otro camino, no tenemos elección. No es nuestra guerra, no es nuestra misión infligir ese dolor. No somos el problema, pero si la ejecución. No hay otra opción. Adiós.

El sonido del disparo de mi arma retumba en la habitación. Puedo ver como mi yo del pasado de desploma al suelo mientras desvanezco, mientras los ecos de esas voces parece que vuelven a mi cabeza por un segundo para susurrarme que hice lo correcto. Esas personas tienen una nueva oportunidad que yo nunca debí arrebatarles.
El problema era yo, aunque no fuese mi guerra.

Escrito por LoboGris